Loki: el rapto de Idun; la cabellera de Sif

17 Jun

Loki y sus malvados consejos

En otra ocasión, la víctima de Loki fue una diosa. Durante un recorrido que efectuó Loki por el mundo en compañía de Odín y Henir, las tres divinidades se detuvieron cierto día, acuciadas por el hambre, a cocer un buey. Pero un águila, que estaba en las ramas del árbol bajo el cual aquéllos realizaban su operación, impidió con sus maleficios que la carne llegara a guisarse, hasta que los dioses le prometieron aceptarla como comensal. Accedieron a tal exigencia Loki y sus compañeros, y cuando el águila había conseguido ya sentarse a su lado, redobló sus pretensiones aspirando a los trozos más sabrosos del manjar.  Irritado entonces Loki, agarró una pértiga y hostigó con ella al animal, para ahuyentarlo. El águila se echó a volar, llevándose en sus garras la pértiga y, con ella, a Loki, que no acertó a soltarse a tiempo. Arrastrado por el suelo y maltrecho por los golpes, Loki acabó pidiendo perdón al águila, que era, en realidad, un gigante llamado Thjazi. Lleno de satisfacción por haber capturado a un dios, se apresuró a imponerle condiciones, como la de que, para recobrar la libertad, había de comprometerse, bajo juramento, a entregarle a la diosa Idun y las manzanas de las que es dueña, frutos prodigiosos que tienen el poder de devolver la juventud.  Idun era una de las divinidades  que residían en Asgard, y, gracias a sus frutos mágicos, los dioses no envejecían en este lugar. Pero Loki, al que importaba poco el daño que podía causar a los Ases, no vaciló en aceptar las condiciones de Thjazi, para satisfacer al cual, atrajo a Idun al bosque con el pretexto de mostrarle unas manzanas todavía más hermosas que las que de ordinario servían a los dioses. Dejóse llevar Idun, y cuando estuvo sola, surgió de repente Thjazi, quien se apoderó de la diosa y la ocultó en su palacio.  Pronto se dieron cuenta los Ases de que faltaba Idun, tanto más cuanto que, privados del alimento al que debían su inmarcesible vigor, empezaron a envejecer. Ante esta contingencia, llamaron a Loki y lo amenazaron de tal forma, que éste se obligó a volver con Idun sana y salva, para lo cual metarmofoseóse en halcón, voló en dirección al reino de los gigantes y, después de transformar a Idun en simple nuez, regresó con ella a Asgard.  Pero a Thjazi no le pasó inadvertido el rapto; antes bien, adoptando su primitiva forma de águila, salió en persecución de Loki, a quien habría dado alcance si los dioses no se hubieran apresurado a encender un gran fuego que, abrasando las alas de Thjazi a su legada a Asgard, hizo caer a éste agonizante.

 

La malignidad de Loki alcanzó también a Sif, esposa de Thor, a la que privó un día, con cauto disimulo, de su preciosa cabellera. Al enterarse Thor del atropello, agarró a Loki con sus férreas manos, y poco faltó para que le quebrantase los huesos; pudo salvarse por la promesa que hizo de mover a unos industriosos enanos a fabricar para Sif, con oro puro, unos cabellos que nacerían en la propia cabeza de la esposa de Thor, como si fuesen naturales. Dejóse persuadir Thor, y entonces Loki se encaminó hasta la fragua de unos minúsculos seres, los hijos de Ivaldir, quienes accedieron no sólo a fabricar la cabellera de oro, sino también a construir el navío Skidbladnir -que tiene la propiedad de marchar directamente a su punto de destino tan pronto como es izado su velamen- y la lanza Gungnir, cuyo impulso no conoce fin; estos dos últimos talismanes, se destinaron a Odín.  A continuación, el imprudente Loki apostó con un enano, llamado Brokk, a que el hermano de éste, Sindri, a pesar de su fama de artesano hábil, sería incapaz de fabricar maravillas semejantes a las que producía el ingenio de los hijos de Ivaldir. Brokk y Sindri pusieron enseguida manos a la obra, y Loki, temiendo que consiguieran ganar la apuesta en la que él había comprometido su propia cabeza, se metarmorfoseó en tábano y se dedicó a hostigarlos con sus picaduras, a fin de que no sólo su trabajo fuese imperfecto, sino que jamás llegase a su término.  Con todo, los dos hermanos lograron fabricar el anillo Draupnir, que tiene la virtud de aumentar incesantemente las riquezas de quien lo posee; el jabalí de oro, que, en lo sucesivo, habría de ser propiedad del dios Freyr, y, por último, el famoso martillo de Thor. Los Ases, que fueron elegidos como árbitros, declararon que esta arma era superior a cuantos ingenios habían fabricado hasta entonces los enanos, y que semejante tesoro habría de constituír, en lo futuro, la mejor salvaguarda de Asgard.  Este veredicto daba, pues, como vencedores de la apuesta a los enanos Brokk y Sindri, con lo que la cabeza de Loki les perteneció…

 

 

Mitología General. Dirigida por Félix Guirand; Ed. Labor, Barcelona;1965

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