mitología india: jainismo y budismo, los dharmas heréticos

4 Ene

MITOLOGÍA  DE LOS DHARMAS HERÉTICOS

Mitología General; dirigida por Félix Guirand. Editorial Labor; Barcelona, 1965

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                            meditando…

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El jainismo y el budismo reciben el calificativo de heréticos, por cuanto esas dos religiones, que empiezan a extenderse en los siglos VII y VI a.C. en la región comprendida entre el Himalaya y el Ganges, rechazan la tradición védica.  Su objetivo no es tanto el dar a los hombres un dominio sobre la Naturaleza como el liberarlos de lo que ellos consideran el subsuelo de la existencia: la ley de la transmigración (samsâra). Trátase pues, de doctrinas de salvación, que no invocan para su propaganda la revelación ni una autoridad anterior.  Esta propaganda se limita a indicar cómo un gran sabio, completamente humano al principio, abrió el camino de la liberación para sí y para los demás.  Por tanto, estas religiones no encierran dogmas ni ritos -al menos en sus orígenes-, sino sólo una ley y un ejemplo.  Su mitología excluye, pues, toda teología.  Se limita a ser una biografía y una predicación moral.  Sin embargo, pronto irrumpió lo maravilloso en estas pretendidas biografías, y las comunidades religiosas, dando acogida a buen número de leyendas populares, multiplicaron los asuntos de éstas hasta el infinito.  Por otra parte, el apostolado moral quedó pronto impregnado de metafísica, que, a su vez, suscitó dioses y mitos hasta entonces imprevisibles.  Éste es el motivo por el cual -pese a que toda mitología parece teóricamente desprovista de estos contenidos doctrinarios- surge una inmensa floración de leyendas del tronco de cada una de las «herejías» y especialmente del budismo.

 Los Tirthamkaras:  El postulado del jainismo -y lo mismo puede decirse del budismo- parte de que el hombre, en lucha con las condiciones normales de la existencia, es arrastrado por una especie de corriente, en la que corre el peligro de perderse y en la que fatalmente lo alcanzarán el sufrimiento y la miseria.  Esta singular concepción -que, gracias a la propaganda, fue impuesta a toda la India, incluso la brahmánica- resulta del hecho de que las herejías consideran la existencia en función de la actividad: cada ser es en la medida que se hace, y se convertirá en lo que merezca ser según la calidad de sus obras.  Así, pues, ninguna muerte elimina por sí la existencia individual, puesto que luego hay que sufrir a sanción -favorable o punitiva- de los actos realizados.  Ahora bien, esta remuneración suscita nuevas acciones, que exigen, a su vez, nuevas retribunciones, en una marcha que progresa hasta el infinito.  El cielo y el infierno no son sino condiciones relativas y provisionales, y sería insensato esperar de los dioses la salvación.  Este proncipio de la transmigración – que llegó hasta subvertir la escatología ortodoxa- presentóse a la conciencia india como una esclavitud, un dolor sin límites que la dominaba por entero.  En adelante, todo el ingenio religioso y metafísico de los indios tenderá a encontrar un desvío por el que sustraerse a esta servidumbre, al parecer irremediable.  Evadirse de la ignorancia y la miseria es alcanzar el nirvana.  Se designa con el nombre de Tirthamkara a cualquier mortal que haya conseguido «hacer un vado» a través de la corriente impetuosa y catastrófica del samsâra.  Tirthamkaras fueron Jina, iniciador del jainismo, y Buda, fundador del budismo.  Ambos «cortaron» la corriente mediante una clara intuición de las condiciones de la miseria humana,  obtenida gracias a haber practicado un ascetismo riguroso. 

 
Jina o «Victorioso»: A. Guerinot ha mostrado hasta qué punto la biografía de un sabio puede ser transfigurada por la leyenda y pasar a formar parte de un cuerpo de doctrina mitológico. La Humanidad, que atraviesa fases alternantes de progreso y regresión, había llegado a un período en que reinaba cada vez más el sufrimiento.  El Jina -o Mahavira (Gran Hombre)- resolvió abandonar su eterna morada celeste para acudir a salvar a los humanos.  A este efecto, «adoptó la forma de un embrión en las entrañas de Devananda, esposa del brahmán Richabhadatta, que habitaba en Kundapura.  Aquella noche, Devananda vio en sueños catorce magníficas apariciones de favorable augurio: un elefante, un toro, la diosa Çri, una guirnalda, la Luna, el Sol, un estandarte, un vaso muy valioso, un estanque de loto, el Océano, una morada celeste, un montón de joyas y una llama… Richabhadatta quedó extasiado, y comprendió que le nacería un hijo que sería docto en toda clase de ciencias brahmánicas.  «En el cielo, el rey de los dioses Çakra, consideró que lo mejor que podía hacerse era trasladar el embrión de Mahavira desde el seno de Devananda al de Triçala, esposa del kchatriya Siddharta. Llamó al jefe de la infantería celeste, Harinagameçi -el hombre de cabeza de antílope-, y le encargó llevase a cabo este cometido.  Cumplida la orden, Harinagameçi dejó a Triçala acostada en un lecho soberbio, en una rica estancia entre flores y perfumes.  Ésta, a su vez, vio en sueños las catorce manifestaciones sin igual…  «Desde entonces, la fortuna acompaña a Siddhartha: crecen sus riquezas en oro, plata, tierra y cereales; se fortalece su ejército en número y poder; su gloria se expande en todas direcciones.  Por eso resolvió imponer a su hijo, cuando naciese, el nombre de Vardhamana, «el que crece, el que se desarrolla».  Finalmente, llegó el nacimiento del Mahavira:  «Aquella noche bajaron del cielo, como manifestación de alegría, los dioses y las diosas.  Sobre el palacio de Siddahartha hicieron caer los demonios una lluvia de flores y frutos, de oro y plata, de perlas, diamantes, néctar y sándalo…  «Por espacio de treinta años, el Mahavira llevó una vida secular y casó con Yaçoda, de la que tuvo una hija, Riyadarçana.  Entonces, sus padres, que eran adeptos a las doctrinas de Parçva, resolvieron abandonar este mundo y, tendiéndose sobre un lecho de hierbas, dejáronse morir sin probar alimento.  En lo sucesivo, Vardhamana quedaba desligado del voto que formulara en el seno materno, por lo que decidió llevar la vida errabunda de  un monje. Para ello pidió permiso a su hermano, así como a las autoridades del reino, distribuyó su dinero a los pobres, y libre de todo vínculo, se entregó a una vida de ascetismo.  «Descendieron del cielo los dioses, se acercaron a él y le rindieron homenaje.  Formóse un coetejo de hombres, dioses y demonios, que gritaban a coro:  «¡Victoria, victoria!».  El firmamento resplandecía como un lago cubierto de flores de loto entreabiertas.  En la tierra y en el cielo resonaban las más puras melodías». 

 
Doce años pasó Vardhamana viviendo como un asceta.  Luego,  en cierta ocasión, «sentóse junto a un antiguo templo, debajo de un árbol Çala, y permaneció allí dos días y medio, inmóvil, entregado al ayuno y a la más profunda meditación.  Cuando se levantó, al tercer día, el proceso iluminativo había llegado a su término.  Vardhamana estaba en posesión del conocimiento supremo y absoluto:  era kevalín, es decir, omnisciente; un sabio perfecto, un bienaventurado, un arhat.  Era un jina, un héroe que había subyugado el mal y la miseria.».  «Asistiéronle los dioses cuando treina años más tarde, tiempo que dedicó a la predicación, entró en el nirvana, que le permitió ser libre, mukta; un Perfecto, siddha». Resumiendo. Vardhamana fue un taumaturgo, eternamente consagrado a la salvación del mundo; un ser superior a los mismos dioses, puesto que éstos, al igual que los hombres, lo veneran, y ocupan con respecto a él un puesto secundario; un descubridor, un predicador de la liberación universal y el fundador de una comunidad.  La iglesia jainita, asamblea de fieles seculares encuadrados por monjes y religiosas, siguió las huellas del maestro para la propagación de la ley.  Los hechos históricos tal vez sean más modestos.  Pero, como sucede con ciertos genios religiosos, la leyenda puede ser más verdadera que la realidad histórica.

 
Nuevos Tirthamkaras:  La transposición de una biografía humana en mito dogmático no se manifiesta sólo por la supernaturalización de la personalidad del fundador de la religión, sino también por la multiplicación indefinida de esta personalidad en tipos abstractos, que la Mitología se esfuerza en hacer más concretos.  Como en el universo hay diez regiones, de cada una de las cuales surgen veinticuatro Tirthamkaras en cada una de sus tres edades -pasado, presente y futuro-, se llega a un total de setecientos veinte salvadores del mundo, de los cuales, setencientos diecinueve no son sino pálidos reflejos del Jina.  Así se estiliza el dato verdadero según el cual el Jina fue precedido por la secta de los Nirgranthas, que tuvo por jefe a Parçva, quien practicaba la austeridad hasta el extremo de prescribir el suicidio por inanición, pero, también según el cual toda una serie de patriarcas mantuvo viva en la comunidad la tradición de su fundador.  En la ya mencionada obra de Guérinot, son presentados los vienticuatro Tirtahmakaras de la parte del mundo en que se sitúa la India.  Cada uno queda definido por rasgos propios: la proporción de las partes del cuerpo, tal o cual color, tal o cual símbolo; tal o cual acólito de forma humana –yakcha o yakchini-; tal o cual posición, significativa sobre todo por el modo de estar colocados las manos y los pies, etc.  A cada uno le corresponde también un culto propio…
Continuará…

8 respuestas to “mitología india: jainismo y budismo, los dharmas heréticos”

  1. Natanael David 10 noviembre, 2015 a 14:00 #

    ¡Hola! Todavía no terminé de leer el post entero (que es sumamente interesante) pero me llamó la atención un nombre: A. Guerinot. Lo googleé aunque sin suerte. ¿Quién es? Por lo poco que decís se desprende que es una suerte de lingüista avocado a las religiones. ¡Algo que me fascinaría leer ya que yo mismo estoy armando algo similar! Saludos 🙂

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    • lasecretariadelmarques 10 noviembre, 2015 a 17:34 #

      Gracias amigo… el autor es Felix GUIRAND y el libro tiene sus anios, fijate la fecha de publicacion. Abrazos!!

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    • lasecretariadelmarques 10 noviembre, 2015 a 23:08 #

      Amigo… busqué en AMAZON y ¡fijate!, este señor parece que fue un gran experto en religiones de la India, muy especialmente, el JAINISMO. «Armand Albert Guerinot», allí aparecen 8 libros de este autor, ¡suerte con todo!. Pregunta chismosa: ¿dónde estás?. Abrazos, desde Argentina y gracias por el interés.

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      • Natanael David 16 noviembre, 2015 a 13:29 #

        ¡Gracias por la data! Soy de Argentina también. Vivo en Chajarí, Entre Ríos, desde hace dos años. Con mi esposa abrimos una tienda de libros llamada La luna y el gato. Y yo me dedico a la edición de textos en un sector conocido como DTP. Bueno, ahora me toca repreguntar j
        ¿Y vos?

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        • lasecretariadelmarques 16 noviembre, 2015 a 14:49 #

          Estoy de nuevo en mis pagos portenios despues de muuuuuchos anios…soy abogado, me dedico al derecho penal. Muchos saludod amigo!

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          • lasecretariadelmarques 16 noviembre, 2015 a 23:16 #

            ¡Eso pasa por contestar por teléfono, ja, ja, ja!: así que «corrijo»: pagos PORTEÑOS -´porque viví los últimos 18 años en Tucumán, como podrás ver en este mismo blog -la famosa «Viena Calchaquí»- y, por supuesto, te dejo muchos «saludos». Abrazos…

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  2. xipo 8 enero, 2012 a 12:46 #

    Hace no mucho tu ve la suerte de visitar un auténtico monasterio busdista de aqui en España, y la verdad que la experiencia fue de lo mas agradable. Es una filosofía que me gusta. La pazinterior y el conocerse bien uno mismo es básico.

    Tienes un blog interesante. Un saludo!!

    Xipo «En el mundo perdido» – Participante en la categoría de «viajes»

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Gracias